Relato corto, microblogging y genios ocultos

16 04 2010

Que la redacción breve está cobrando importancia últimamente es un hecho sobradamente conocido. Redes sociales como Twitter y el microblogging en general potencian la capacidad de síntesis de los usuarios que en apenas 160 caracteres son capaces de escribir auténticas piezas de museo. Por supuesto, a la hora de definir el concepto todo chirría un poco; he llegado a leer definiciones de «2.0» que perfectamente serían aplicables a Platón. Parece que aún hay que madurar un poco la terminología actual y poner a verdaderos lexicógrafos y semantistas a trabajar en ello.

Ahora quiero centrarme en el tema del relato breve. Muchos conoceréis uno de los más populares cuentos cortos de Monterroso, titulado «el dinosaurio». Para quien no lo conozca, aquí va:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí

Y ya está. No seamos tontos tampoco: tiene el valor que tiene. Creo que jamás podremos condensar en 160 caracteres la genialidad que se esconde tras obras como El Quijote, Akira o La música nocturna de Madrid (novela, cómic y música respectivamente), pero creo que materializar una buena idea, captar la atención de un lector en tan poco tiempo, tiene su mérito, pues no me digáis que no despierta en vosotros el ansia de saber. Saber quién despertó, qué hacía allí un dinosaurio, y si estaba «todavía» (una implicatura convencional, por cierto) es que ya había estado antes, y dónde es «allí», y cómo había podido dormirse con un dinosaurio al lado. Qué de preguntas para algo tan pequeño, ¿verdad? De cualquier modo, creo que nunca hay que caer en el error de decir «es que yo soy experto en el micro-cuento» y llenarse la boca con ello. Insisto en que tampoco tiene más, y hay cosas mucho más interesantes en las que ser experto. Esto puede pasar perfectamente por placer, hobbie o actividad secundaria y uno puede hablar con autoridad de ello.

El caso es que hoy me han enviado un mail de estos en cadena que uno nunca sabe si son reales o no. En fin, el colegio existe, y está en Madrid, así que a lo mejor me paso un día por allí y me informo. Como estudioso del lenguaje, claro, no desde la curiosidad mórbida del internauta friki. No avanzo nada y ahora comento, os dejo la imagen:

Me he intentado poner en la piel del profesor. Si yo me encuentro esto entre los exámenes de mis alumnos, por supuesto lo primero es una sonora carcajada. Lo segundo es considerar lo que esta respuesta implica. Valoraría la longitud de la respuesta, pero como profesor, tendría que tragarme mis palabras: he pedido brevedad. Después, el alumno utiliza lenguaje considerado «vulgar», pero qué diablos, he pedido concisión, y la concisión no está para andarse con eufemismos. Después toca ver si, efectivamente, se tratan todos los temas pedidos, que están, y además en orden: Sexo (¡Se follaron…), Monarquía (… a la reina!), Religión (¡Dios mío!) y misterio (¿Quién habrá sido?). Algunos podrían decir que «Dios mío» no es estrictamente un tópico religioso ya que es más una muletilla, una interjección, pero creo que hay argumentos suficientes como para considerar que, en este caso, es pertinente la invocación a un ser superior.

Así que lo tiene todo. Este tipo de composiciones están en auge y aunque, como ya he dicho, no son suficientes por sí mismas en la mayoría de los casos (en la inmensa mayoría) como para hablar de genialidades o grandes obras de la literatura, muestran un genio considerable en la mente de quien es capaz de engendrarlas (más aún si se trata de una ocurrencia en mitad de un examen). Si tenéis un rato, os aconsejo hacer el experimento: coged un periódico, una web, una película incluso y buscad tópicos sobre los que escribir. Mezclad tres o cuatro e intentad hacer algo parecido. Es un buen ejercicio de inventiva, desarrollo y, sobre todo, síntesis.

De cualquier modo, y ya para terminar, yo no premiaría esta obra con una nota máxima por las faltas de puntuación. Un signo de exclamación, así como uno de interrogación, finaliza la oración que cierra. Es decir, actúa como un punto, por lo que no se puede poner una coma justo a continuación. Y sí, Juan Ramón Jiménez escribía con jotas, pero antes tuvo que ganarse la etiqueta de genio de la escritura.

Más ratos de hoy:

  • Cine // Los medios se han volcado con el estreno de la versión de Burton de Alicia en el País de las Maravillas. Llevo toda la mañana viendo trailers, leyendo noticias y escuchando comentarios al respecto. Tengo muchas ganas de verla 😀
  • Videojuegos // Resulta que en España se prefiere comprar por Internet un videojuego que en tiendas físicas del país, por aquello del precio. Como siempre, la sangre íbera busca el beneficio por encima de la sensatez, y nadie se da cuenta de que  existe un mercado real que dejaría sus moneditas en las arcas nacionales por un precio un poco más competitivo. No, aquí prefieren cobrar un extra a los videojuegos que vengan de fuera, para que directamente se opte por no consumir o por la piratería. Impresionante.