Chistes disfrazados de cosas serias

26 09 2010

No nos damos cuenta muchas veces de la cantidad de cosas graciosas que ocurren a nuestro alrededor. Estos días me han pasado unas cuantas, así que quiero compartirlas con vosotros para que os deis cuenta de lo interesante que puede ser un simple paseo por la calle si lo miramos desde el punto de vista oportuno. Vamos allá.

Lo primero de lo que quería hablar es un titular que leí en el twitter de @el_pais, y que reza así:

El arzobispo de Canterbury […] dice a The Times que no ve problema en que haya obispos gays, siempre que no mantengan relaciones sexuales porque la tradición y la historia dictan que los clérigos deben ser célibes.

Ah, sí, nuestras viejas amigas. Tradición e historia. Pese a que es la declaración más tolerante que he escuchado por parte de la iglesia en los últimos días meses años siglos, sigue pecando de un increíble toque hipócrita que no deja de sorprenderme. Es como ponerle a un niño delante dos platos, uno con golosinas y otro con fruta, y decirle: “¿qué prefieres?”, y en el mismo momento en que el niño vaya a agarrar la primera golosina, retirar los platos y decirle con una mirada paternalista y una sonrisa condescendiente “da igual, no puedes comer de ninguno”. Vamos, que a Dios rogando y con el mazo dando. Pero dando bien, donde duele. Me encantaría haber visto la cara del arzobispo de Canterbury. Seguro que ha soltado una carcajadita y ha dicho algo así como whatever. Miradle la cara y decidme que no. Y mientras, la tradición y la historia, alejadas ya de cualquier otra institución con un mínimo de sentido común, espoleaban sus palabras entre risas y llantos. Pues muy bien, hombre, muy bien.

En otro orden de cosas, el tema de la huelga está dando para mucho. Por supuesto, los sindicatos no tienen razón, y por supuesto, el gobierno, la oposición o cualquier organismo político tampoco.

-Oiga, perdón, es que los sindicatos también son un organismo político.

Ah, vale, disculpe. No sé en qué momento pensé que representaban al trabajador. ¿Cuándo se presentará UGT a unas elecciones generales? Al tiempo. Pero en fin, al grano. El caso es que vuestro amigo Rubén daba un paseo agradable una bonita mañana de septiembre cuando su paz se vio turbada por una furgoneta blanca, grande, empapelada de carteles con el mensaje “ASÍ, NO”. Me gustaría hacer notar que, por mucho que hagamos una pausa, esa coma no es del todo correcta, pero ya está, lo dejo ahí. La furgoneta (con altavoz incluido, por supuesto), iba lanzando mensajes panfletarios (malditos comunistas) sobre la necesidad de ir a la huelga, la importancia de ello, y todas esas cosas, al tiempo que una mano misteriosa asomaba por la parte de atrás y lanzaba una ingente cantidad de panfletos a las calles de mi barrio. Que no es el más bonito, pero caray, venir a tirar papel al suelo… ¿lo veis? Es un ejemplo precioso del significado de los sindicatos: antigüedad. En su momento sirvieron para ensalzar la figura del obrero, sí, pero me parece que tienen que renovarse un poco. Mucho, en realidad. Igual que tienen que aprender que el tema de las octavillas era de una época ajena a Internet, la televisión o la radio, tienen que saber que el empresario de ahora no es el de hace cincuenta años.

Pues nada, la misteriosa mano de los papeles se ha apeado del aparato (previa detención de este, claro), y ha empezado a encasquetar la mercancía directamente en mano. Dos de los receptores del mensaje han optado por manifestar su opinión: “nosotros no vamos a ir a la huelga, no está la vida como para perder trabajo”. La mano misteriosa se ha vuelto a subir a la furgoneta, esta ha arrancado, y, mientras se alejaba, la cabeza perteneciente a la mano misteriosa ha asomado por la ventana para emitir una bárbara serie de exabruptos hacia la pareja de esquiroles malnacidos. Ha salido tal repertorio de insultos que habrían escandalizado al mismísimo (ponga aquí el nombre de su tertuliano/a favorito/a). Y a mí me ha dado la risa al pensar en el respeto que los sindicatos han pedido, en el derecho a la huelga que han pregonado tan airosamente. Imaginad que esto es una película (no, no lo es, por desgracia, pero vamos a extrapolarnos un poco para ver las cosas con perspectiva). Los malos en el poder, riéndose de nosotros, los pobres obreritos. Los buenos corruptibles (los sindicatos) perpetrando malévolos planes en su cúpula del mal:

-Lo que tenemos que hacer es cortar los transportes. Si dejamos a la gente sin transporte, no irán a trabajar, y así parecerá que han secundado la huelga. Es brillante, camaradas, mwahahahahahaha.

Y entre tanto, nosotros, los afectados, sin darnos cuenta de lo que realmente nos hace daño y, por tanto, sin poner soluciones. ¿Lo voy a decir? No. Allá cada cual con su conciencia. Yo prefiero reírme de la situación y hacer lo que pueda desde aquí. Es mejor, y más sano. Pero no voy a dejar de remarcar lo paradójico de la situación:

Pues eso. Me han pasado más cosillas, pero creo que me las voy a dejar para el siguiente recopilatorio. Por hoy, con estas dos, ya vamos bien. Y si no os parece gracioso que un arzobispo tome el pelo a la comunidad homosexual (aunque solo se haya referido a los curas, pero es extrapolable) o que unos jóvenes entusiasmados por una causa que no conocen increpen a unos ancianitos por la calle a gritos intentando representar unos ideales… pensadlo otra vez.

Por cierto, quería comentar que estoy en una fase un poco experimental con el blog. Ya habéis visto que he subido cuentos, diálogos, seguiré con el experimento literario… y quién sabe, quizá hasta me anime a subir algo de poesía. Me gustaría conocer opiniones al respecto, que esto crece gracias a vosotros. Por supuesto, seguiré con mis inquietudes y reseñas de cultura (las que pueda), y espero poder expresar este curso también algunas cosillas sobre la fonética, que es, al fin y al cabo, a lo que me dedico. ¡Decidme, amigos!





Babel 2.0

28 06 2010

Uno de los capítulos del libro de ficción más famoso de la historia (a falta de pruebas fehacientes que demuestren lo contrario y con el beneplácito de Dan Brown) habla de la ambiciosa construcción de una torre alta, altísima, que llegara hasta los cielos, con la única pretensión de ver al Altísimo y decirle «eh, ¿qué pasa?». El otro, que se ve que siempre ha sido un poco asocial y le daba miedo el contacto humano, se vio apurado ante la inminente llegada de los personajillos, como apurado se ve el que recibe la llamada de unos amigos «oye Manel, que esta noche nos pasamos por allí y cenamos, ¿vale? ¡Nosotros llevamos el vino!». ¿Vino? ¿Pegará el vino con mis calcetines-por-el-suelo y mi ficus-en-descomposición?

La diferencia es que el de las barbas blancas y largas (icónicamente hablando) tiene superpoderes y una mente considerablemente retorcida. Ya que eres omnipotente y todo eso, no sé, convierte los ladrillos en mantequilla, o inventa la tele y las revistas del corazón, que seguro que ya todos pasan de ir a verte. Cuando hay cosas mejores que hacer… Bueno. Pues no, el señor decide mandarles una maldición y hace que todos hablen idiomas diferentes y así no se entiendan y así no puedan seguir la obra. ¿Qué forma de pensar es esa? ¿A quién en su sano juicio se le ocurre eso? En fin, el caso es que los otros no son capaces de poner ladrillo sobre ladrillo sin entender a los otros, y la obra queda incompleta. Otra constructora que quiebra. Y hasta aquí, la historia conocida.

Lo que pasa es que con el tiempo, el tema del idioma ha dejado de ser un problema. Ya puedes hablar bengalí, ainu o mapuche que alguien habrá que te entienda y te pueda traducir. Así que, en su divina mala leche, el Altísimo decidió dar a las personas de diferentes nacionalidades tintes un poco más indignos, y dijo «os pelearéis de 11 en 11 para conseguir un balón de cuero y meterlo en una red». Y se sentó a ver qué pasaba, esperando regocijado el ridículo que habrían de padecer sus criaturas. Qué equivocado estaba. Lejos de disipar sus ambiciones, la última idea del bonachón de Dios causó furor en la Tierra. Así que, en un momento de ofuscación (no puede ser, no puede ser), dijo «pues jugaréis en calzoncillos, que es la prenda más indigna que existe». Pero no sirvió de nada.

Así que, el cielo se abrió, retumbó la tierra, los pájaros se escondieron, y una niña de Missouri hipó, y en todo el planeta se escuchó…

WAKA WAKA

Y así nacieron los mundiales. Ya, me ha quedado una introducción muy larga, pero es que del tema en sí yo no puedo hablar mucho. No me gusta el fútbol (me refiero al espectáculo, no al deporte, que sí me gusta), prefiero pasar mis tardes leyendo a Dostoyevski o jugando partidas de ajedrez contra gente de todo el mundo. Mentira, pierdo igualmente el tiempo en series o libros frikis, pero oye… Al menos los protagonistas de las series que yo veo no se van a llevar 600.000 € por cabeza en caso de ganar el mundial. Se los llevarán por salir en revistas, que es algo mucho más digno, hombre. ¡Ah! Importante: el dinero de los de mis series vendrá de la industria privada y será directamente proporcional a la gente que los vea. El de los furgolísticos saldrá del dinero del Estado (MI dinero) y será el que es, lo vea quien lo vea y entretenga al que entretenga. Sin preguntas. Oh, ah, y además resulta que, tal y como estamos, somos el país que mejor va a premiar a sus buques insignia en caso de triunfo absoluto.

Pero, he dicho, ¿tal y como estamos? ¿Y cómo estamos? Si no hay crisis, hombre. Al menos hasta que España vuelva a casa, eso no existe. La palabra de moda ha dejado de ser «crisis» para pasar a ser «clasificado», «goles», «injusticias arbitrales» o semejantes zarandajas. Espero que los que sepáis de fútbol (que yo no sé) tengáis el cuajo suficiente como para admitir que, si no vosotros, la mayoría no gusta del fútbol. Da igual quién juegue bien o quien juegue mal (deporte), sino que gane vuestro equipo (espectáculo). Y si ganan «los malos», ha sido injusto. Y si ganan «los buenos», es que somos los mejores. Y, ya de paso, mirad a ver si es justo que esos mindundis se lleven tantísimo dinero (que es tan vuestro como mío) mientras a los funcionarios les rebajan un 5%.

Así que, en esta época de felicidad y armonía, mi voto va para Japón. Y no por afinidad enciclopédica para con ellos, sino porque son de los únicos que he recibido (aunque escuetos y amortiguados) algún comentario positivo por parte de los que saben (o dicen saber) del deporte rey. Os dejo con una viñeta de Manel Fontdevilla, dibujante de la revista El Jueves, extraída de su blog, que podéis visitar aquí:

EDIT: He quitado la imagen porque me decía esto que «el sitio blog.publico.es contiene software malintencionado y puede dañar a su equipo». Espero que no le haya pasado nada malo a nadie, mil perdones si es así.

Más ratos de hoy:

Viajes // He vuelto hoy de Alicante. Resulta que las viejas mujeres mayores tienen una capacidad asombrosa para intentar adivinar el tiempo en cuanto se sientan en el tren. Exactamente la misma capacidad que tienen para fallar. «Ay, pues va a llover, ¿eh? Que está el cielo gris. Nos caerá por Albacete»… (Rubén asado, 38º y ni una nube en el cielo).

Blogosfera // Eumanismo nos propone en su última entrada un juego de diferencias interesante. Como yo también tengo interés en ver en qué desemboca el juego, invito a todos a pasar y participar.

Libros // Terry Pratchett se va asentando como uno de mis escritores favoritos. Terminado ¡Guardias, guardias!, voy a darle un descanso para dedicarme a Murakami, Orgullo, prejuicio y zombis y, sobre todo, la cuarta parte de Canción de Hielo y Fuego. Pero Pirómides ya está esperándome en la estantería…

Escrito mientras escuchaba… Simpsons Spin Off Showcase, del álbum Go Simpsonic with The Simpsons.





Hoy me siento blasfemo

2 04 2010

Dice un refrán que “tres días hay al año que brillan más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Por supuesto, este refrán popular se asocia directamente a una religión determinada, lo que ha hecho que los no adscritos a tal corriente teocrática recen (recemos) otra sentencia más festiva: “tres días hay en el año que se llena bien la panza: Jueves Santo, Viernes Santo y el día de la matanza”.

Y es que hoy me siento blasfemo. Hoy, viernes santo, he ido al gimnasio, he puesto la radio a toda pastilla, voy a comer carne hasta que me dé una intoxicación cárnica y, por supuesto, no pienso escuchar una palabra sagrada. Que no se equivoque nadie, yo respeto las creencias de todos y cada uno de los seres humanos siempre que no afecten a otros de manera negativa. ¿Veis? He puesto “Jueves Santo” con mayúsculas, porque respeto a quienes consideran que es una festividad sagrada.

Me contaba mi madre que de pequeña, si ponían música en casa, su madre respondía con la palma de la mano abierta y un bofetón bien dado, porque “chiquita, un respeto, ¡que ha muerto El Señor!”. Esto que hoy nos parece tan desfasado, por desgracia, sigue haciéndose a un nivel vergonzoso para todos los que profesan la religión cristiana. Resulta que ayer podíamos ver en las noticias (os dejo el enlace a la noticia en El País) cómo las autoridades cristianas prohibían a dos musulmanes austriacos rezar en la Mezquita de Córdoba. Perdón, ¿he dicho Mezquita? Quería decir en la Catedral de Santa María de Córdoba. Uy, perdón otra vez. Me refería a la Basílica goda de San Vicente Mártir. Qué cabeza la mía…

Me parece indignante, la verdad. Pero no me sorprende. En su afán por convertirse en primera ley sagrada, la Iglesia (con mayúscula, que yo respeto) prohíbe en el interior de la Mezq… Cate… Basíl… bueno, del recinto, la práctica de cualquier actividad que se aleje un poco de su dogma. Sin pararse a considerar que, tal vez, y solo tal vez, el hecho de que cristianos y musulmanes rezaran codo con codo suavizaría un poco la difícil relación entre dos ramales de un mismo río. Perdón, Río, con mayúscula.

Como podéis leer en la noticia, la Junta Islámica ha defendido esto desde hace tiempo. Y yo no tengo la verdad, ni sé exactamente lo que ocurrió. Leeréis y oiréis por ahí que era un grupo organizado, que lo tenían todo planeado para reducir a la policía que se presentó allí para evitar el delito. Pero pensad un momento: ¿grupos organizados? ¿Evitar el delito? Que estamos hablando de rezar, por el amor de Dios.

Más ratos de hoy…

  • Cultura (¿?) // He descubierto que pasarse de vez en cuando por la página de la SGAE es muy instructivo. Aquí podéis leer una entrevista a la impopular Sinde muy reveladora. Y aún tiene cuajo de decir que «Los hábitos cambiarán y la gente se lanzará a usar contenidos legales». Hoy estoy enervado…
  • Viajes // Ayer estuve en el Monasterio de Yuste. No, bueno, antes de ayer. Es un sitio precioso. Jo, me encantan estas excursiones.